Jaurrieta es una villa de Navarra cercana a la Selva de Irati. Es un pueblo pequeño, de menos de 200 habitantes, al que llegamos con la idea de almorzar.

Entramos en Jaurrieta tras unos 40 minutos conduciendo desde la Real Fábrica de Armas de Orbaiceta, con el propósito de visitar Jaurrieta y probar la comida del Bar Casa Sario, que también es hostal.

Dónde comer en Jaurrieta

Como la lluvia había dado tregua y hacía buen día, nos sentamos en la terraza que tiene este bar, que aunque ya lo teníamos fichado de internet previamente, es verdad que fue el único que vimos por Jaurrieta.

La camarera, una mujer muy amable que nos contó que había vivido muchos años en Sevilla, nos ofreció la carta y elegimos un par de menús gastronómicos de verano, que por 16,90€ vienen bastante bien. El menú está hecho de forma que tienes un primer plato, un segundo plato, pan, bebida y postre.

Pero no es la única opción, también puedes elegir platos más especiales aumentando por cada plato un poco el total del menú, o pedir medio menú con solo el primer plato o solo el segundo plato. Es un sistema perfecto para combinar carta y menú.

Nosotros elegimos como primeros platos crujiente de morcilla con crema de calabaza y cardos con gambas. De segundos, entrecot de vaca y codillo. De postre, cuajada casera con miel y queso con membrillo (que sumaba 2€ al total). Aparte de esto, un par de cafés.

Como se puede ver en las fotos, toda la comida viene muy bien presentada, en una cantidad bastante aceptable, con una elaboración cuidada y servida con mucha amabilidad. Y por supuesto riquísimo todo.

Si visitas Jaurrieta o estás por la zona, te recomendamos el Bar Sario para acertar con el almuerzo. ¡Ah! Se nos olvidaba el precio. Todo lo anterior fue 38,20€ que está bastante bien.

Pasear por Jaurrieta

Para asentar la comida nos dimos un breve paseo por el pueblo, descubriendo la Herriko Plaza (la plaza del pueblo) que además de serlo, tiene ese nombre. Aunque todo estaba desierto, vimos un frontón de pelota vasca que se llama Frontón EAURTA-JAI Pilotalekua. Como estaba abierto nos metimos y vimos cómo es por dentro.

El frontón se encontraba justo al lado de la iglesia de el Salvador. Este templo es de comienzos del siglo XX y se construyó para sustituir a la antigua iglesia del siglo XVI que quedó destruida por un incendio. Esta iglesia es la de la foto de portada de este artículo, pudiéndose ver a su derecha, detrás, el exterior del frontón.

Ermita de Nuestra Señora de la Blanca en Jaurrieta

Visto el centro de Jaurrieta, nos dirigimos en coche hacia el camino de la Blanca. Se trata del sendero que lleva hasta la ermita de Nuestra Señora de la Blanca. La ermita está en un monte y no se puede subir en coche, así que lo dejamos abajo y empezamos a andar.

Al poco se nos unió un simpático compañero, un perrito que debía ser de alguien de la zona, ya que tenía su collar y parecía conocer perfectamente por dónde se movía, a dónde nos dirigíamos y cómo tenía que guiarnos. Él se adelantaba, nos esperaba, bajaba de nuevo a por nosotros, subía corriendo y nos volvía a esperar. Lo bautizamos temporalmente como Firulais.

Esta ermita de Jaurrieta fue construida en el siglo XIII, es rectangular, sencilla, con un retablo barroco que no vimos porque estaba cerrada. Según vas subiendo el monte, se van viendo cruces que parecen indicar que vas en la buena dirección. En total fueron estas cinco de la foto.

Y tras 200 metros de subida, llegamos a la ermita de Nuestra Señora de la Blanca. Allí nos sentamos un poco a descansar con Firulais que nos acompañó en todo momento.

Como dato de esta ermita, cada 15 de agosto se celebra una fiesta mayor en Jaurrieta que lleva a la Virgen de la Blanca desde la iglesia del Salvador (que es donde está todo el año) hasta la ermita. Luego las mujeres bailan el Axuri Dantza, un antiguo baile de Navarra.

Siguiente parada: Ochagavía

Y hasta aquí llegó nuestra visita a Jaurrieta. El perrito nos acompañó un poco durante la bajada pero ya luego metió el turbo y lo perdimos de vista.

Se ve que vivirá cerca de la Ermita y le gusta acompañar a los turistas a que la vean. Un crack con el que nos despedimos hasta el siguiente artículo de nuestro viaje a Navarra, que tratará sobre la visita a Ochagavía.