Nos dimos una escapada de un día en Salamanca dentro de un viaje un poco más amplio en el que también recorrimos la Sierra de Francia, haciendo a la vuelta una parada en un pueblo abandonado llamado Granadilla.
El viaje comenzó una noche en Sevilla, hicimos parada para dormir en Valdesalor, un pueblo de Cáceres, y al día siguiente nos levantamos a las 6:30 para estar a las 7:00 en ruta hacia Salamanca, llegar temprano y aprovechar el día.
Desayunar en Guijuelo
Hicimos una parada en el camino en el famoso pueblo de Guijuelo, donde los jamones, con idea de desayunar lo típico de allí ya que estábamos por la zona.
Entramos en un bar llamado Donde Durán y allí pedimos dos tostadas con jamón y 2 cafés. Como se puede ver en la foto la tostada tenía muy buena pinta, y damos fe de que estaba muy rica. El precio del desayuno fue de 9,40€. Por muy de Guijuelo que fuera el jamón, un poco elevado el precio, la verdad.
Llegamos a Salamanca
Y por fin llegamos a Salamanca. Aparcamos cerca del alojamiento en el Garaje Milán, que está justo a la vuelta de la esquina. Nos lo dejaban por 10€ el día, así que dejamos ahí el coche con las maletas, que como era temprano aún no podíamos hacer el check in y no queríamos perder tiempo de conocer Salamanca. Es todo muy «estilo compadre», sin ticket ni nada, pero vigilado 24 horas.
Lo primero, ir a la Oficina de Turismo en la Plaza Mayor
Nos fuimos hacia la Oficina de Turismo de Salamanca, que está situada en la Plaza Mayor, para reservar una ruta guiada por el centro de la ciudad. Esta visita guiada cuesta 8€ por persona y la ofrece el mismo Ayuntamiento.
De turismo en Zara… ¿¿en Zara??
Con las plazas reservadas, como aún quedaba tiempo, nos dimos una vuelta por el centro y entramos en el Zara de la calle Toro. «¿Al Zara estando de turismo?» habréis pensado, ¿verdad?
Resulta que la tienda está montada en el interior de la iglesia del antiguo convento de San Antonio el Real. Este convento se empezó a construir a principios del siglo XVIII sobre una casa palacio del Conde de Amayuelas, pero no se llegó a terminar. Sus ruinas fueron pasando de unas manos a otras, hubo viviendas en su interior, un banco, y en 1997 se catalogó como Bien de Interés Cultural, hasta que en 2005 Zara lo reutilizó como tienda.
Si queréis saber más sobre esta tienda os recomiendo este blog en el que profundizan en su particular historia.
Ruta guiada por Salamanca
Y llegó la hora de empezar nuestra visita guiada por Salamanca. Empezamos en la Plaza Mayor, rodeada de escudos de armas entre los que destaca en el Ayuntamiento el escudo de Fernando III.
Iglesia de San Martín, la más antigua de Salamanca
Luego hicimos una parada en la iglesia de San Martín, que es la iglesia más antigua de Salamanca. Se empezó a construir en el año 1103 sobre una ermita dedicada a San Pedro. Cuesta un poco ver la iglesia, ya que la han dejado un poco atrapada entre las edificaciones más modernas. Pero tiene su encanto conocerla.
Estatua de Adares
Hicimos otra parada frente a una escultura en la Plaza del Corrillo, junto a la iglesia, dedicada al Pintor de Poemas que los ponía en esa plaza colgados de un tendedero. Este caballero poeta se llamaba Remigio González Martín y se le apodaba «Adares» (A=Adelante, D=Dolor de la madre al dar a luz, A=Amor, R=Remigio, E=España, S=Salamanca).
La Clerecía y la Casa de las Conchas
Seguimos el tour llegando hasta la Clerecía de Salamanca, antiguo Real Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesús. Fue construido entre los siglos XVII y XVIII y actualmente es la sede de la Universidad Pontificia de Salamanca.
Frente a ella encontramos la Casa de las Conchas, que actualmente es una biblioteca pública. Se construyó como casa palacio gótica a finales del siglo XV y en 1967 su propietario, el Conde de Santa Coloma, la cedió al Ayuntamiento de Salamanca con un contrato de arrendamiento por un valor simbólico de una peseta de oro anual durante noventa y nueve años, aunque en 1970 eliminaron esta historia.
Como al ser biblioteca está abierta al público, entramos y obtuvimos desde su patio interior una buena vista de las torres de la Clerecía. Al estar tan pegados ambos edificios son difíciles de apreciar las torres desde la calle, pero con este «truco» para poder verlas se soluciona.
Colegio Anaya
El Palacio de Anaya es uno de los edificios más conocidos de Salamanca. Fue construido sobre el antiguo Colegio Mayor de San Bartolomé, el cual quedó muy dañado en el conocido terremoto de Lisboa, que ya que la nombramos te invitamos a ver el artículo de cuando estuvimos allí.
El actual edificio se construyó a mitad del siglo XVIII y actualmente alberga la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca. Según nos dijo la guía, en las caballerizas del Palacio se encuentra la cafetería de la Facultad.
Catedral de Salamanca Nueva y Vieja
El Colegio Anaya está situado en los jardines justo frente a la Catedral de Salamanca, y a ella fuimos a continuación. Entramos a la Catedral que se divide en dos. La Catedral Nueva y la Catedral Vieja. La entrada cuesta 4€ por persona y no está incluida en la ruta.
Catedral Nueva
La Catedral Nueva de Salamanca, llamada Catedral de la Asunción de la Virgen, se construyó entre los siglos XVI y XVIII, siendo la segunda mayor de España.
La razón de que coexistan tanto la Catedral Nueva como la vieja es sencilla. Mientras construían la Nueva dejaron la otra abierta al culto, pero al acabarla les daba cosilla echarla abajo así que decidieron conservar las dos. ¡Bien hecho!
Ambas comparten un muro que hubo que reforzar y además el nuevo campanario se construyó sobre el antiguo. Una auténtica simbiosis catedralicia.
De la Catedral Nueva llama la atención una figura que se encuentra entre sus elementos decorativos exteriores. Esta figura es la de un astronauta.
El astronauta se añadió a la decoración junto a un dragón comiendo helado en el año 1992, durante una restauración en la que se decidió añadir algún elemento contemporáneo.
Catedral Vieja
La Catedral Vieja, llamada Catedral de Santa María, data del siglo XII que comenzó su construcción. Aunque ahora ya no se ve claramente, en su día fue concebida como iglesia-fortaleza, ya que Salamanca era un lugar fronterizo y había que estar listo para lo que pudiese ocurrir.
En su interior pudimos ver murales hechos sobre las paredes con los que se ilustraba antiguamente a los feligreses, ya que éstos no sabían leer y así se les podían explicar mejor los distintos episodios bíblicos.
También las ilustraciones del retablo mayor son espectaculares y como se ve en la foto muy numerosas, así era más ameno ir a misa.
Visita a la Universidad de Salamanca
Fundada en 1218, la Universidad de Salamanca es la más antigua de España y la tercera más antigua de Europa. En la ruta dimos una vuelta por algunas de sus instalaciones mientras la guía del tour nos explicaba su historia.
Escuelas Menores y el Cielo de Salamanca
Visitamos el edificio de las Escuelas Menores de la Universidad de Salamanca, en las que se impartía el bachiller. En la actualidad se utiliza como edificio de servicios variados de la Universidad, a excepción de un aula que es muy particular.
En ella se encuentra el «Cielo de Salamanca», que es una pintura Mural que el pintor Fernando Gallego realizó en el siglo XV. Debido a unos derrumbes y restauraciones, quedó un tercio solamente y se tapó, hasta que en una restauración hecha a mediados del siglo XX se encontró y se trasladó para poder ser conservada y visitada.
Y aquí se acabó el tour. Hacerlo está muy bien ya que conoces en profundidad la historia de Salamanca y no dejas pasar detalles de lugares que sin conocerlos ni te darías cuenta. Os recomendamos hacerla.
San Marcos, la Iglesia redonda de Salamanca
Antes de llegar al hotel vimos por fuera la iglesia de San Marcos, que tiene la particularidad de ser de planta redonda. Es un templo pequeño, de unos 22 metros de diametro, y antiguo, construido entre los siglos XI y XII.
El alojamiento en Salamanca
Tras la ruta fuimos al hotel a dejar las cosas para dejar eso hecho. El alojamiento en Salamanca que habíamos reservado era el Hotel Gabriel y Galán (35€ la noche), situado a pocos pasos del centro de la ciudad.
Es un hotel muy neutro en todo, tanto en las instalaciones como en el trato, que rozó la neutralidad pero con ápices de hostilidad. Sería un mal día.
Es un hotel sin ningún lujo pero sin ninguna carencia significante más allá que algo de limpieza relajada en los sitios que no se nota. En definitiva, adecuado para el precio que tiene, bien situado y perfecto teniendo en cuenta que hotel más garaje fueron 45€.
Almorzar en Salamanca
Para almorzar nos dirigimos a la zona de bares cerca de la Catedral. Vimos varias opciones, todo era muy parecido en plan menús o tapas pequeñas a 5,50€. Por su situación… todo para turistas.
Finalmente nos sentamos en La Luna Café & Restaurante, captados por un comercial. Aquí nos tomamos un menú a 11€ por ser lunes (lo normal eran 12€). En este bar te ponen de bebida una botella de medio litro de vino blanco, otra de tinto, y otra de gaseosa. Si quieres otra cosa ya va fuera del menú. Si te gusta el vino y la gaseosa hasta te va a sobrar.
Pedimos de primero un revuelto de setas con virutas de jamón ibérico (que se perdieron por el camino), y patatas meneás que traen torreznos, pimiento y guindilla, pero no había, y pedimos entremeses típicos de la Tierra, que eran de paquete típico del supermercado.
De segundo pedimos pluma ibérica y churrasco a la brasa, ambas cosas estaban ricas y venían acompañadas de patatas fritas y un poco de ensalada, sin pasarse tampoco. Y de postre crema de limón y cuajada con miel, todo por 22€ los dos.
Paseando por Salamanca
Tras el almuerzo fuimos dando un paseo en dirección al río Tormes, pasando por zonas que habíamos visto durante la visita guiada. En una de esas zonas conseguimos sacar una foto de la Clerecía y la Casa de las Conchas que dejaba ver ambas torres perfectamente.
La muralla
Nos dimos una vuelta por la muralla que rodea la antigua ciudad y que dan al río. Como se ve parece que están construidas sobre una base de piedra escarpada que haría más complicada la subida de los malos.
Cruzando el río Tormes
Nos habían dicho que desde la otra orilla del río Tormes se obtenían unas vistas muy bonitas del skyline salmantino, destacando la Catedral sobre todos los tejados. Nos aventuramos a cruzar el río y podemos afirmar que es cierto. Además que es una zona ajardinada en la que hay sombra y se puede estar muy bien contemplando el paisaje.
La iglesia Nueva del Arrabal
En la orilla opuesta a la Catedral de Salamanca nos encontramos con la iglesia Nueva del Arrabal, dedicada a la Santísima Trinidad y construida en 1952 para sustituir a la antigua iglesia Vieja del Arrabal del siglo XVII, que fue abandonada en ese momento pero reformada y puesta de nuevo en marcha en 2006.
Puente Romano de Salamanca
Para volver a la otra orilla del río y seguir pateando el centro cruzamos por el Puente Romano, que se llama en realidad Puente Mayor de Salamanca. Fue construido en la segunda mitad del siglo I y hasta los años 70 del siglo XX estuvo soportando tráfico rodado. ¡Eso sí que es construir!
En la actualidad ha quedado como puente peatonal y desde él se obtienen unas buenas vistas del río Tormes y de sus dos orillas.
Iglesia de Santiago y la estatua de Lazarillo de Tormes
Pegada al Puente Romano encontramos en un parquecito la estatua homenaje al Lazarillo de Tormes, y junto a ella la iglesia de Santiago del Arrabal, una de las más antiguas de Salamanca, construida en el siglo XII como una iglesia de mozárabes.
Su cercanía con la Ruta de la Plata la hace uno de los pasos obligados en el Camino de Santiago, aunque sus numerosas restauraciones hacen que por fuera no tenga nada que ver con la original.
Huerto de Calixto y Melibea
Comenzamos a subir para el centro histórico haciendo una parada en el Huerto de Calixto y Melibea, inspirado por el escenario recreado por Fernando de Rojas en la Tragicomedia de Calisto y Melibea.
El parque se inauguró en el año 1981 en la ladera de la antigua muralla. Es ideal para pasear un rato en su interior y desconectar del turismo tradicional, pudiéndose hacer una parada para refrescarse los brazos en la fuente.
Cueva de Salamanca
Subimos un poco más y llegamos hasta la Cueva de Salamanca, un lugar lleno de leyenda en el que se dice que el diablo impartía clase a quienes querían recibirla. La entrada es gratis y tiene varios niveles visitables.
La cripta, que es lo que se conoce como la cueva, pertenecía a la iglesia de San Cebrián, construida en el siglo XII y desaparecida en el XVI.
Según la leyenda un sacristán que en realidad era Satanás, daba clase a 7 alumnos durante 7 años, para luego uno quedar a su servicio de por vida. Uno de estos alumnos, Enrique de Aragón, Marqués de Villena, engañó al sacristán (al diablo) para no quedar a su servicio y por eso perdió su sombra.
La Cerca Vieja, que es la muralla primitiva de Salamanca que fue sustituida en el siglo XIII por la Cerca Nueva, mostrándose lo que queda de la vieja muy desgastado pero aún consistente.
La Torre del Marqués de Villena, que aunque nunca le perteneció, debido a su protagonismo en la leyenda de la Cueva de Salamanca se le ha quedado su nombre. En realidad era parte del Palacio Mayorazgo de los Albendea y data del siglo XV. Desde arriba se obtienen unas vistas muy buenas del arrabal.
Covento de San Esteban
Habíamos leído que un lugar que no puede perderse el turista en Salamanca es el Convento de San Esteban. Pagamos 3,50€ por cada entrada y accedimos para descubrir un lugar inmenso de un gran valor histórico y artístico.
Aunque su origen está en el siglo XIII, poco ha llegado a la actualidad de sus primeros edificios. Lo que vemos es el resultado de nuevas construcciones y restauraciones, ya que durante un tiempo estuvo medio abandonado, usado como enfermería entre otras cosas, y finalmente como museo para poder conservarlo.
La visita fue muy tranquila y agradable, es un lugar en el que se respira mucha tranquilidad. Paseamos por su patio, por las distintas plantas, vimos las capillas, la iglesia que es inmensa, su patio central en el que el respeto es absoluto por parte de los visitantes. Sin duda merece la pena la visita.
Convento de las Dueñas
Al salir nos acercamos al Convento de las Dueñas pero ya no eran horas de visitarlo así que nos fuimos para la tienda del convento y compramos dos cajas de amarguillos por 11,30 euros, que son típicos del lugar. Aprovechamos para echar una foto del patio antes de irnos.
Palacio de la Salina
De vuelta para el hotel hicimos una breve parada en el Palacio de la Salina, que es un palacio del siglo XVI con aires italianos muy llamativo y pintoresco. Su nombre viene de que hasta 1870 fue donde se manejaba el tema de la sal en Salamanca (distribución, precios, etc). Entramos en su patio un momento solamente y tomamos esta fotito.
Cenar en Salamanca
Para elegir un sitio en el que cenar nos dejamos aconsejar por las opiniones de internet, coincidiendo muchas en que El Asador de Van Dyck era un buen sitio para ir de pinchos.
Entramos y nos pedimos una botella de sidra para ir echándonos según antojo, y nos pedimos 6 pinchos y una ración de patatas bravas.
La comida estaba bien teniendo en cuenta que es un bar de pinchos, tampoco por estos precios vamos a esperar un pincho gourmet. Lo importante es que nos cubrió la necesidad de la cena y salimos satisfechos del lugar por 16,50€.
Desayunar en Salamanca
Para desayunar salimos del hotel con la intención de no alejarnos mucho. Vimos al poco de empezar a andar el Bar Elfos, un bar grande en el que no había demasiada gente.
Entramos y el silencio era sepulcral. Solo se escucha el eco de las noticias en un televisor y el efusivo saludo del camarero que constrastaba con los clientes que no emitían ni un sonido. Todo lo contrario a los bares de Sevilla que no te escuchas ni a ti mismo.
Pedimos un par de tostadas de jamón, tomate y aceite, acompañadas de dos cafés. Al poco lo tuvimos avisados por el camarero con mucha alegría, da gusto que te atiendan así. Además el desayuno, aunque el jamón era de paquete, estaba muy bien y el precio genial, 4,40€.
Turismo mañanero en Salamanca
Tras el desayuno volvimos a ir a la Oficina de Turismo y compramos por 4€ cada uno la entrada conjunta para la Casa de Lis y el Museo de Historia de la Automoción, que haciéndolo de esta forma supone un ahorro del 50%.
Nos dimos un paseo con el fresquito de la mañana camino de la zona del río Tormes, que es donde se encuentran tanto el Museo de la Automoción como la Casa de Lis, empezando primero la visita a los coches.
Museo de Historia de la Automoción
Como era temprano y entre semana apenas había gente visitándolo, quizás nos cruzamos dentro con 20 personas como mucho, pudimos ver todo con tranquilidad, echarnos fotos y recrearnos un poco entre los cientos de miles (o millones) de euros en coches que hay allí.
En este museo se reunen al menos un centenar de coches entre la colección de Demetrio Gómez Planche y algunas aportaciones de la DGT y otras colecciones privadas. Destacan coches como el Cadillac Fleetwood 75 que perteneció a Franco, un Hispano Suiza de 1930 en su estado original, modelos de principios del siglo XX, etc.
Lo primero al entrar es tomarse una foto dentro de un Fiat antiguo que está a disposición de los visitantes para tal fin. Te metes dentro y te das cuenta que el confort de aquella época nada tiene que ver con el de los coches de ahora, ni tampoco el espacio interior. A continuación pasas por una galería con coches de principios del siglo XX (que es la foto siguiente) que deben tener un valor incalculable.
Fuimos atravesando secciones en las que pudimos ver motores, accesorios y documentación, coches de mitad de siglo y continuamos hasta la zona de coches de los años 60, por ejemplo el típico Seat 1500 en formato taxi.
Muy curioso nos resultó el vehículo de la siguiente foto equipado con un gasógeno, que es un sistema que tras la Guerra Civil se utilizó en España debido a la escasez de combustibles. Pero también en Europa en el periodo entre guerras, incluso en la actualidad se utiliza este sistema en algunos ámbitos que nada tienen que ver con el automóvil.
Así resumido, en este sistema se le saca partido a los gases de quemar carbón, pero la potencia es tan mínima que los coches no alcanzaban mucha velocidad y además les costaba mucho tirar de cargas pesadas.
Avanzamos hacia la zona de coches de competición, donde vimos coches de rally de marcas como BMW, Nissan o Renault, algunos prototipos, e incluso el fórmula 1 que dio tantos éxitos a Fernando Alonso en su día.
Finalizamos la visita en la sala de exposiciones temporales, en la que en esta ocasión se estaba llevando a cabo una muestra centrada en coches de color rojo. De estos coches, además de los cochazos de marcas tipo Ferrari que es lo obvio, destacaría un Simca 1200 S de 1969. Nunca lo había visto y es… espectacular.
Y finalizamos la visita contentos por las joyas de la automoción que habíamos podido ver y dirigiéndonos a pie a la siguiente parada de la mañana turística, la Casa de Lis, a pocos metros del Museo de la Automoción.
Casa de Lis en Salamanca
La Casa de Lis es un palacio urbano muy llamativo hecho de hierro y vidrio en su parte exterior. Fue construido a principios del siglo XX sobre la antigua muralla de Salamanca por encargo del empresario Miguel de Lis.
Con el tiempo fue cambiando de inquilinos hasta que se abandonó en los años 70, comenzando a deteriorarse hasta que, en 1981, el Ayuntamiento de Salamanca la expropió y restauró para convertirla en museo.
En la actualidad, la Casa de Lis es la sede del Museo Art Nouveau y Art Déco, con varias colecciones de piezas y objetos antiguos de gran valor, tales como esculturas, pintura, juguetes antiguos, etc.
Y por último una parada obligatoria para el postureo en la Casa de Lis. Desde la cafetería se pueden hacer fotos tomando café de forma casual con estas bonitas vidrieras y disfrutando de unas buenas vistas de la otra orilla del río Tormes. Sencillo pero resultón.
Acopio de víveres y a seguir con el viaje
Antes de marcharnos de Salamanca hicimos una parada en La Tahona de la Abuela y nos compramos dos hornazos, una raqueta (un dulce tipo palmera) y un rosco de yema. Todo por 9,90€.
No sabíamos cuándo nos los íbamos a comer, pero como íbamos a continuar el viaje hacia la Sierra de Francia sin conocer el camino… más valía prevenir.
¡Un saludo!
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