Aprovechando que estábamos pasando un fin de semana en Estepa, nos dirigimos a pasar el día a la antigua ciudad califal de Medina Azahara, a los pies de Sierra Morena en Córdoba.
La distancia que nos separaba fue de poco más de 100 kilómetros, una hora y pico en coche a través de carretera general y por la Autovía del Olivar desde Lucena hasta Córdoba.
Llegamos al amplio aparcamiento del Centro de Interpretación de Medina Azahara, con un sol de justicia sobre las cabezas para ser el mes de mayo y estar amenazados de lluvia. Antes de entrar al edificio, por la zona ajardinada, vimos varios olivos del siglo XIII pertenecientes a las principales denominaciones de origen aceiteras de la zona, tales como la DOP Baena o la DOP Lucena, entre otras.
A continuación entramos al Centro de Interpretación de Medina Azahara y en la recepción nos indicaron que por ser ciudadanos de la Unión Europea la entrada es gratis pero que el autobús que te lleva al yacimiento arqueológico cuesta 2,50€ por persona y no se puede subir en coche porque está prohibido el paso. La realidad es que puedes subir pero al final del camino hay una valla que no deja acceder.
Es decir, que si por hacer un trayecto de 3 minutos te cobran 2,50€ por persona… no es gratis, ¿no? Está claro que hay que poner en valor Medina Azahara porque es un lugar único, pero para que no se le quede cara de tonto al visitante quizás lo más adecuado sería decir que te cobran 2,50€ por la entrada y que incluye el autobús. Que es lo mismo. Pero no es lo mismo. De hecho vimos un coche que se pegó al autobús y al levantarse la valla se metieron detrás. Como iban tres personas, se ahorraron 7,50€. Y lo mismo si subes en coche y lo dejas un poco antes de la valla aparcado en el camino.
En fin, que incluso si cobrasen más por entrar a Medina Azahara sería totalmente comprensible, ya que eso potenciaría el ritmo de las excavaciones, la investigación y la conservación, es cuestión de planteamientos.
Centro de Interpretación de Medina Azahara
Volviendo al Centro de Interpretación de Medina Azahara, allí se pueden ver varias cosas. Por un lado la zona de trabajo arqueológico, de conservación e investigación con almacenes, talleres y despachos en los que se realizan los trabajos de limpieza, documentación y restauración, en la medida de lo posible, de las distintas piezas encontradas en el yacimiento.
En esta zona a través de una cristalera se pueden ver las piezas que están restaurando y las que esperan ser restauradas. Seguramente entre semana se podrá ver el trabajo diario de restauración y el trasiego de piezas.
También hay una zona de exposición permanente en la que se pueden ver las piezas del yacimiento que ya han sido restauradas y documentadas, así como la historia del yacimiento a través de cuatro bloques temáticos.
Primero se pone en situación al visitante, hablando sobre el contexto histórico, económico, social y político de la zona, para después mostrar paso a paso cómo fue creándose la ciudad de Madinat Al-zahra y su relación con Córdoba.
A continuación, se habla de las distintas clases sociales que formaban esta ciudad palatina, dividida en tres zonas bien diferenciadas: la medina, la mezquita y el alcázar.
Por último, se cuenta, en primer lugar, el proceso de destrucción y expolio al que fue sometida la ciudad, que aunque parezca sorprendente, solo tuvo 70 años de existencia. Y en segundo lugar, los trabajos de recuperación y excavación llevados a cabo en el siglo XX.
En la zona de exposición permanente se pueden ver multitud de piezas, por ejemplo una figura zoomorfa, distintos utensilios de la vida diaria tales como vasos, vasijas, varios tipos de ataifor (una especie de baldes), herramientas metálicas, etc.
El yacimiento de Medina Azahara
Tras el breve trayecto en bus llegamos al yacimiento de Medina Azahara, construido en terrazas y dividido en recintos rectangulares al contrario que otras medinas musulmanas de la época que no tenían ningún orden (por ejemplo la que vimos en la escapada a Tetuán).
Al recinto accedimos por la Puerta Norte, construida en codo para controlar el paso. Esta puerta enlazaba con el Camino de los Nogales, que era la vía de comunicación más rápida con Córdoba y a través de la que se abastecía el Alcázar. Los bloques de piedra que formaban esta puerta fueron expoliados casi hasta los cimientos, lo que vemos hoy es una reconstrucción parcial hecha en torno al año 1930.
Tras el acceso tenemos dos opciones, dirigirnos a la zona oficial o a la zona residencial. Nosotros para empezar fuimos a la zona oficial, que es en la que hacía vida el ejército, entre otros organismos.
Zona Oficial de Medina Azahara
Al adentrarnos por la Puerta Norte en la Zona Oficial de Medina Azahara lo primero que encontramos es una vista superior y general de un Salón Basilical que hacía las funciones de Casa del Ejército. En este lugar era donde esperaban las personas que serían recibidas por el Califa.
Vamos bajando a través de las galerías flanqueadas por muros de piedra y desembocamos en un amplio jardín, conocido como Jardín Alto, dividido en cuatro zonas con un pabellón central.
En un extremo del jardín se encuentra el Salón Rico, llamado así por la apariencia que le dan sus materiales y decoraciones. Por lo que hemos visto en fotos es un lugar digno de ver, quizás de lo más bonito del yacimiento, pero sin saber que estaba ahí lo pasamos por alto y no nos percatamos de semejante joya del pasado.
Volviendo a la casa del ejército, en su Salón Basilical, construido a finales del siglo X, se ubicaban las oficinas del caballerizo mayor y el general. El edificio está compuesto por cinco naves, siendo la más llamativa la central por sus arcos de herradura.
El mármol de sus columnas procede de Cabra y la Sierra de Córdoba, alternando uno de color rojizo, el de Cabra, y otro de color gris azulado (el de la Sierra).
Tras tomar unas fotos y atravesar sus distintas naves, viendo con detalle los arcos y columnas que componen el Salón Basilical de la Casa del Ejército de Medina Azahara, continuamos el recorrido hacia una zona más externa de la medina, el patio de armas.
Esta zona estaba pensada para el paso de caballos y militares, estando conectada con la Casa del Ejército a través de una calle amplia. Fuimos bajando hasta que llegamos a la Plaza de Armas a la que accedimos a través del Gran Pórtico Oriental.
Era la entrada más emblemática y simbólica al Alcázar de Medina Azahara, creada para deslumbrar a quien accediera a la ciudad a través de ella desde la Plaza de Armas, que es desde donde están tomadas las fotos.
El Gran Pórtico, que contaba con catorce arcos abiertos, fue edificado al final del califato de Abd al-Rahman III o a principios del de su hijo, al-Hakam II, cerrando al poco tiempo tres de sus arcos para construir habitaciones para la guardia.
Una vez vista la zona y descansado un poco, dimos la vuelta hacia la Zona Residencial de Medina Azahara, deshaciendo parte del camino que habíamos hecho para llegar a la Plaza de Armas.
Zona Residencial de Medina Azahara
Hacia la Zona Residencial llegamos a través de una calle en Rampa que en su día conectaba a las dependencias oficiales de la parte más alta de la medina con el Gran Pórtico.
El suelo estaba preparado para que pasaran los caballos y posiblemente esa parte de la calle estaba cubierta con bóvedas, con unos poyetes a los lados para que los guardias pudiesen cubrir el trayecto de las autoridades y visitas importantes a la ciudad.
Desde la terraza alta se puede ver la zona ajardinada, de las más importantes de Al Andalus, dividida en el Jardín Alto y el Jardín Bajo. No obstante el diseño del jardín que vemos en la actualidad es de 1960 pero más o menos nos da una idea de cómo era en su momento de esplendor.
Antes de llegar al Palacio pasamos por lo que fueran las cuadras, con capacidad para 25 o 30 caballos. Allí vimos un pilón de mármol utilizado como abrevadero que aún se conservaba en condiciones. También llamaba la atención la disposición del suelo en pendiente para facilitar el desagüe y limpieza de las cuadras.
Estos caballos, según los estudios, estarían a disposición de una unidad de caballería al servicio de los visires (lo que ahora serían los ministros) y otros altos funcionarios que trabajaban en los edificios administrativos de la zona.
A continuación se llega a la Casa de Ya’far, debido a que en ella vivió Ya’far Abd al-Rahmán, quien fuese primer ministro (hayib) en el año 961 y dirigiese las obras de ampliación de la Mezquita de Córdoba.
La casa tenía dos partes, una oficial y otra privada. La fachada de la oficial es la del triple arco de herradura que podemos ver en las fotos, que desde un patio central podía contemplarse en toda su plenitud.
Si se entra a través de la fachada se accede a una pequeña estancia que da entrada a tres naves independientes conectadas entre sí por puertas. En estas estancias, al fondo, se encontraban las letrinas del personal de servicio.
Al adentrarnos por los recovecos de la vivienda llegamos a la zona más privada, en la que se encuentra un gran patio interior con una pila de mármol en el centro, pila en la que un surtidor vertía agua.
Tras ver la vivienda comenzamos a subir de nuevo hasta llegar a la salida, cogiendo el autobús de vuelta al centro de interpretación y viendo las opciones para almorzar.
Almorzar cerca de Medina Azahara
Aunque la idea inicial era comer en Córdoba, salimos del yacimiento pasadas las 16:00 y la única opción real de encontrar un lugar para almorzar era el restaurante Los Almendros, del que una comercial nos había hablado en el trayecto de ida del bus hacia el yacimiento.
Está a unos 10 minutos en coche montaña arriba y cuenta con una terraza en la que se está perfectamente, ya que está cubierta y si el día está amenazando lluvia (como fue el caso) puedes estar sin problemas. Además, según dijo la comercial, no cerraban la cocina.
Allí pedimos cuatro menús a un precio de 15,50€ cada uno, con la particularidad de que las bebidas están valoradas en 1,75€. Todo lo que se pase de eso lo cobran aparte. Los precios de las bebidas más normales son, por ejemplo, un Aquarius 2,10€ o una botella de agua grande 2,50€. Es decir, que te pasas de largo a la mínima, pero esto te enteras al final.
El menú incluía un primer plato, un segundo, un postre, el pan y la bebida con su particularidad. En cuanto a los primeros puedes elegir entre cinco opciones y en los segundos tienes unos tres platos que mantienen el precio de 15,50€ y otros cuatro que suben el precio del menú entre 3 y 4€.
La atención fue buena, nos atendieron bien y en el momento adecuado. Pedimos dos menús de salmorejo cordobés como primeros y rabo de toro como segundos. Y otros dos menús de berenjenas con miel de caña de primeros y flamenquines cordobeses de segundos.
Estaba todo muy bueno y en la cantidad adecuada como para que entrase el postre, que en este caso fue un dulce típico cordobés con cabello de ángel. En los postres puedes elegir entre tres opciones que mantienen el precio del menú y otras tres que lo aumentan en 3€.
Fue un buen almuerzo a una hora en la que este restaurante era la única opción aparte de ir a Córdoba a por comida rápida. Teniendo en cuenta los suplementos de las bebidas y dos cafés, el total de la cuenta para cuatro personas fue 68,80€. Algo elevado, pero no está mal teniendo en cuenta las circunstancias.
Como el día estaba feo y amenazaba lluvia, volvimos a Estepa para descansar, ya que si el clima lo permitía íbamos a ir a la Octava de Los Remedios, una de las fiestas más importantes de la localidad y que recomendamos vivir al menos una vez en la vida.
¡Un saludo!