Uno de los distintos planes que hicimos cuando pasamos una semana completa en Malta fue el de visitar el pueblo costero de Marsaxlokk, aprovechando un domingo que es cuando tiene lugar su conocido mercado de pescado fresco.
Marsaxlokk está al este de la isla de Malta, relativamente cerca del aeropuerto. Para llegar primero nos dirigimos desde nuestro alojamiento en Gzira hacia La Valeta, y allí cogimos un bus hacia Marsaxlokk.
Mercado de Pescado Fresco de Marsaxlokk
Tras un buen rato de trayecto llegamos a Marsaxlokk y el bus nos dejó como en la entrada del pueblo, que como es pequeño en tan solo un par de minutos andando ya llegamos al comienzo del mercadillo donde vimos que estaba llenito de gente.
Como se intuye por el nombre, el eje central del mercado es el pescado fresco, con numerosos puestos destinados a la venta de pescado recién traído de la mar por los pescadores malteses.
Aunque se llama «Mercado de pescado fresco» allí además de pescado se puede encontrar de todo: verduras, frutos secos, aceitunas, especias, ropa, juguetes, etc.
Y por supuesto para mitigar un poco el calor también hay bebidas de todo tipo, entre ellas un coco fresquito como el que nos tomamos por 4€. El hombre te lo prepara allí mismo delante tuya y te dice que cuando te lo bebas, que vayas para que te lo prepare para comer. En Instagram podéis ver una foto que da fé del coco que nos comimos.
La Casa de las Conchas
Hicimos una parada obligatoria para todo buen turista que va a Marsaxlokk en una casa muy pintoresca adornada con conchas y frases muy llamativas, entre ellas «Love Malta». Sin duda es que es el rincón de foto típica en este pueblito costero maltés.
Los «luzzu», las barcas de pesca típicas de Marsaxlokk
El mercado está justo donde se amarran las barcas de los pescadores del pueblo y allí se puede ver cómo hay un elemento común en la mayoría de ellas: unos ojos tallados en madera.
Los «luzzu», la tradicional embarcación de pesca maltesa, están pintados con colores muy vivos, principalmente en amarillo, rojo o verde, consiguiendo un buen contraste.
Llevan en su proa, como costumbre heredada de los fenicios, unos ojos que se conocen como Ojos de Osiris, y tienen la finalidad de protegerse de los malos espíritus mientras se está en mitad del mar.
Estos ojos han llegado a ser un símbolo nacional y es que a pesar de su simpleza son dignos de ver. Sin quererlo te paras en cada barca que ves con los ojos, que aunque parecen iguales… no lo son.
Iglesia de Nuestra Señora de Pompeya
Dando una vueltecita pasamos por una plaza en la que se encuentra la Knisja Madonna ta´Pompej, que significa Iglesia de Nuestra Señora de Pompeya. Estaba cerrada cuando pasamos pero como se ve en la foto de portada, al fondo, es uno de los elementos del skyline de Marsaxlokk.
Esta parroquia comenzó a construirse en el siglo XIX con idea de cubrir las necesidades espirituales de los pescadores del pueblo antes de partir a la mar, ya que estos habían empezado a construir casas alrededor de la línea de costa y al ir cogiendo volumen el pueblo se hacía necesaria la construcción de un templo.
Comer en Marsaxlokk
Como se acercaba el mediodía y aquello estaba lleno de gente fuimos buscando un lugar para comer. Sin duda la hora del almuerzo es una trampa para turistas en Marsaxlokk así que hay que afinar bien y ver dónde sentarse.
Nosotros elegimos un restaurante con terraza llamado Il-Bukkett, en el que nos sentamos y esperamos un buen rato a ser atendidos, con mucha educación y empeño, por un camarero muy joven que nos preparó la mesa y nos puso la bebida junto a un picoteo. Pedimos de beber una pinta de Cisk (3,40€), la cerveza típica de Malta, y un refresco (1,70€).
Luego al rato vino una camarera, también muy joven, que nos tomó nota de la comida, diciéndonos que había dos opciones: ponernos como parte de la fritura un pescado congelado (en el caso de la foto era el pez espada) para mantener los precios de la carta o estaba la opción de pescado fresco (una dorada) del mismo día (no se lo creía ni ella) por no sé cuántos euros más.
Trampa para turistas total, porque allí parecía que a todo el mundo le ponían lo mismo pero a unos les querían cobrar más y a otros lo que decía la carta.
Con idea de no ser timados, dijimos que lo queríamos tal como lo ponía en la carta, así que pedimos una fritura para dos (24€) y un pulpo marinado (8€) que como se puede ver en las fotos ambas cosas tenían buena pinta y estaban ricas.
El total del almuerzo fue de 37,15€, que estaba bien, pero nos quedamos un poco con la sensación agridulce de la trampa para turistas, que al fin y al cabo todos los que estábamos allí lo éramos.
Desde Marsaxlokk a Mosta
Tras el almuerzo cogimos la línea TD10 del autobús que va directa desde Marsaxlokk hacia La Valeta y desde allí cogimos la línea 41 hacia la localidad de Mosta, en el centro de la Isla de Malta, con idea de visitar su famosa iglesia.
Rotonda de Mosta, la iglesia que sobrevivió a la bomba
Llegamos en un buen ratito de trayecto y bajamos justo delante de la «Rotonda de Mosta o Cúpula de Mosta«, que es como se llama a la iglesia, aunque su verdadero nombre es Iglesia Parroquial de la Asunción.
Nos paramos un poco en su exterior para tomar unas fotos, ya que es una iglesia que más bien podría ser una basílica o una catedral. Al menos para los que no entienden la diferencia entre lo que es un templo de un tipo u otro.
Como se puede ver en la siguiente foto, tanto su cúpula como su contorno interior es espectacular. Y aunque no se aprecia, en su interior pueden caber varios cientos de personas.
Para acceder a la iglesia hay que pagar una entrada de 2€, que para lo importante y bonita que es poco nos parece. Además, no solo ves la iglesia por dentro, también ves un pequeño museo en el que encuentras la bomba que durante la II Guerra Mundial atravesó su cúpula durante una misa ante la sorpresa de todos los feligreses. Y que no explotó, claro.
Este templo fue construido a mitad del siglo XIX sobre una antigua iglesia renacentista del siglo XVI. Como se puede intuir, está inspirada en el panteón de Roma y en su momento fue una de las cúpulas sin soporte más grandes del mundo que a poco estuvo de ser tirada abajo si la bomba hubiese explotado. Obviamente esto se interpretó como un milagro.
De vuelta a Gzira desde Mosta
Tras la visita emprendimos la vuelta hacia Gzira, deshaciendo el camino, cogiendo el 41 hacia La Valeta y luego cualquier autobús que fuese haciendo la línea de costa, ya que nuestro alojamiento estaba cerca del paseo marítimo (que por cierto, es el sitio perfecto para alojarse).
A ver si próximamente vamos contando más andanzas por tierras maltesas. ¡Un saludo!
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